Abortar no borra en absoluto el trauma de la violación

Legalizar el aborto apelando a las circunstancias de una violación no es novedoso y muchas legislaciones consideraban este aborto antes que existiera conceptos tales como derechos sexuales y reproductivos.

Una violación es una situación tan abusiva, injusta, brutal y que vulnera dramáticamente la intimidad de la mujer y por extensión la sociedad toda. Por ello cuando resulta un embarazo la pregunta es ¿puede haber un hijo menos deseado que el nacido de una violación?

Entonces, qué hacer para reaccionar, como personas y sociedad, con justicia para todas las partes involucradas. Castigar debidamente al victimario, acudir en auxilio de la víctima y cuando se produce un embarazo ocuparnos de aquel hijo que no ha pedido nacer, pero cuya vida ya está entre nuestras manos.

¿Podemos además hacer pasar a dicha mujer embarazada nuevamente por otro trauma como es el aborto?

¿La contención psicológica y social que requiere una víctima de violación se cumple cuando el Estado le ofrece un aborto?

¿Se garantiza el castigo al violador con la muerte del hijo por nacer?

¿Podemos asegurar que lo mejor para ese hijo por nacer es negarle su oportunidad de vivir?

Abortar al bebé producto de una violación no borra en absoluto el trauma de la violación.

Abortar ese ser humano, parece más bien una revancha contra alguien que es inocente de los crímenes de su padre. Pero, que para su infortunio, es indefenso y está a nuestro alcance.

También nos dice que nuestro origen condiciona nuestro futuro. Que una sociedad acepte eso es consagrar la discriminación desde la cuna.

Obliga a la madre a enfrentar el hecho de terminar con la vida de su propio hijo, en una decisión que no tiene vuelta atrás.

Un embarazo vulnerable y no deseado como ese nos desafía como sociedad y personas a empeñarnos al máximo para acoger cuidadosa y ampliamente a esas víctimas. Pero también empeñarnos en la educación y especialmente en la prevención de estos abusos y la represión a los abusadores.

He ahí el camino, no es fácil, no es rápido, no es barato, pero es mejor que un aborto y vale la pena.

 

Mario Bravo.