Opinión de Monseñor Fernando Chomali ante la aprobación de legislar sobre proyecto que despenaliza el aborto

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Día triste para Chile

Día triste para Chile el 4 de agosto. Un grupo de diputados, mucho de ellos médicos, han considerado que la forma de acabar con el sufrimiento de una mujer embarazada ya sea porque su estado de salud es complejo, ya sea porque su hijo viene con malformaciones, ya sea porque es fruto de una agresión sexual, es terminando con la vida de una criatura indefensa e inocente. El argumento último que se usa es que la madre es libre para decidir y que esta libertad y autonomía es superior en jerarquía al valor que tiene un ser humano en el vientre materno. Este proyecto de ley es sordo a tantas experiencias maravillosas donde mujeres en situaciones dramáticas y dolorosas producto de un embarazo, con acompañamiento, amor, ayuda de diversa índole han dado a luz y salido adelante. Es sordo a la evidencia científica que plantea que desde el momento de la fecundación se da inicio a una nueva vida humana como lo fuimos cada uno de nosotros. Es sordo al clamor de la propia Constitución de la República que postula el cuidado y el respeto de la vida del que está por nacer. Es sordo a las convenciones internacionales donde se consagra el derecho a la vida desde la concepción. Es sordo a la experiencia de otros países donde se comenzó con las tres causales y terminó con aborto libre. El 4 de agosto perdió Chile y nos privaremos, por la sordera de algunos, de muchos compatriotas que no tuvieron la oportunidad de decidir respecto de su propia vida. Otros, adultos, decidieron que sus vidas no merecían ser vividas, usaron el parlamento para permitir eliminarlos. El Estado de Derecho en Chile bajo estas condiciones es un mero relato. La violencia de Estado entró al mismo útero de la mujer, es decir al útero del futuro de Chile, aniquilándolo.