Declaración pública del Centro de Bioética de la Facultad de Medicina UC frente a la propuesta de la ley de aborto

En el marco de la votación de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, programada para el día 4 de agosto, el Centro de Bioética de la Facultad de Medicina UC ha dado a conocer la siguiente declaración.

El documento del Centro de Bioética ha sido firmado por los siguientes académicos: Paula Bedregal, Mauricio Besio, Marisa Bustos, Gloria Durán, Ma. Alejandra Florenzano, Rogelio González, Ximena González, Padre Cristián Hodge, Luis Jensen, Rodrigo López, Jorge Martínez, Lorena Mosso, Jorge Neira, Patricia Olivares, Leonor Palomer, Iván Pérez, Juan Andrés Prato, Paulina Ramos, Alejandro Serani, Beatriz Shand, Paulina Taboada, Andrés Valdivieso e Ivonne Vargas.

Con ella los académicos firmantes aspiran a aportar elementos de juicio acerca de un problema que afecta a nuestra sociedad, y que va más allá de las discusiones legislativas. 

Señalan que el aborto es una realidad dramática que afecta dolorosamente a toda la sociedad. Nuestra sociedad ha sido renuente en reconocer y asumir esta realidad. 

A lo largo de sus 39 puntos los académicos invitan a asumir de modo responsable las causales y condicionantes del aborto provocado y a cuestionar nuestros comportamientos y creencias. 

La declaración aborda críticamente la limitación e inconveniencia de las legislaciones liberalizadoras del aborto, e invita a situarse más allá de las teorías e ideologías sociales que han intentado dilucidar el origen del mal social y de suprimirlo, llegando las más de las veces a resultados exactamente opuestos. Afirma que las legislaciones liberalizadoras relativizan el valor y la inviolabilidad de la vida del niño en gestación, asignando a los profesionales de la salud un acto contrario a su profesión, y que la condición de posibilidad de una convivencia civilizada descansa sobre la convicción compartida de que tanto los ciudadanos como el Estado se obligan a no ejercer violencia sobre víctimas inocentes, cualesquiera sean las circunstancias. 

Los académicos plantean como prioritario abordar y trabajar sobre los temas de la violencia en sus diversos niveles, de los modos de vivir la sexualidad y del apoyo que necesitan hoy los padres en su labor formativa. La violencia hacia los inocentes, agregan, es parte de los problemas que tiene una sociedad y no de sus soluciones. Llaman por lo tanto a hacerse cargo de los graves problemas que conducen al aborto, y que nos afectan como personas y como grupo. 

Los académicos, fundados en el patrimonio de sabiduría antropológica y ética de la humanidad, afirman el valor eminente de la vida humana en general y de cada persona humana en particular. Los académicos recalcan la bondad y la belleza contenida en todos los seres de la naturaleza, pero no dejan de reconocer la temible potencialidad de daño, maldad, deformidad e injusticia que la humanidad puede introducir. Esta constatación hace que hoy exista más conciencia no solo de la grandeza de cada vida humana, sino también de su vulnerabilidad. La vida es don frágil, afirman, y la tarea de la humanidad consiste en apreciar, celebrar y cuidar ese don, para que crezca y fructifique, pero también consiste en velar para que esta dádiva no se malogre entre las manos mismas de esta humanidad.

En los puntos conclusivos de la declaración, se asevera desde una sabiduría antropológica y ética acumulada refrendada en nuestros días por la experiencia histórica y por las más solemnes declaraciones internacionales y del modo más enfático, que ningún ser humano puede poner una mano homicida sobre la vida de otro ser humano inocente, y bajo ninguna circunstancia. Sobre esta norma fundamental descansa la salud ética y política de toda vida comunitaria. Los académicos hacen ver que para que pueda existir una discusión honesta entre personas, el respeto hacia la vida y las acciones del otro tiene que estar presupuesto; por ello el derecho a la vida de un inocente se reconoce y se respeta.

El Centro de Bioética estima que de modo muy concreto y trágico, nuestra comunidad nacional experimentó en décadas pasadas las derivas perversas que resultan cuando un grupo de personas se siente autorizado a disponer de la vida de los demás. Las huellas de estas heridas se encuentran todavía, entre nosotros, lejos de cicatrizar. Por ello no les parece en absoluto saludable para la conciencia ética de una nación, la descriminalización del aborto y su ulterior transformación en una prestación de salud. Se estaría frente a un retroceso en la vía de ampliación de la conciencia ética de un pueblo 

La declaración del Centro de Bioética se refiere brevemente a la situación de los profesionales de la salud, en el contexto de una legalización del aborto pensamos que una acción médica viene determinada por la naturaleza misma de las cosas y que no compete al Estado sustituir al arte médico en tal determinación. No corresponde al profesional de la salud actuar procurando la muerte de un ser humano, en calidad de agente del Estado afirman los académicos. 

Los miembros del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Chile llaman finalmente a dialogar y trabajar unidos para conseguir diagnósticos compartidos, armonizar sentimientos y emprender acciones mancomunadas en orden a una justa y verdadera solución. Una solución que encamine hacia la unidad y no hacia la división.

«Pensamos por último que una acción médica viene determinada por la naturaleza misma de las cosas, y en virtud del reconocimiento que los profesionales y expertos realizan. No compete al Estado sustituir al arte médico en tal determinación. El personal médico debe realizar actos médicos por indicación médica y no por indicación estatal. No corresponde al profesional de la salud actuar procurando la muerte de un ser humano, en calidad de agente del Estado. Máximamente cuando se trata de una acción no médica que contraría directamente los principios éticos de la profesión. (…)»



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Fuente: Prensa UC