Debate sobre el aborto.

 

 

Años atrás, y con 5 meses de embarazo, Raimundo y Bernardita recibieron una triste noticia. Tras un control médico, la ecografía mostraba en su hijo un retardo en el crecimiento, ausencia de riñones y falta de líquido amniótico. El diagnóstico fue claro, un síndrome denominado Secuencia de Potter: el feto sería genéticamente incompatible con la vida fuera del útero.

El proceso posterior a la noticia no fue fácil. Se enfrentaron a un dolor muy grande y a la posibilidad real de adelantar el parto para evitar el sufrimiento que esto conlleva. Pero su decisión fue clara: él era su hijo desde el minuto de la concepción y lo mantendrían con ellos hasta que estuviera listo para nacer.

Este hijo soy yo, y hoy con 26 años de edad, tengo una vida completamente normal, siento, pienso y tomo decisiones con libertad. Estoy agradecido de que mis padres hayan podido seguir con ese embarazo y haberme dado la posibilidad de vivir.

Según sus palabras, la paz y tranquilidad que sentían en ese entonces -independiente del desenlace que hubiese habido- llegaron en el minuto en que decidieron esperar hasta el final.

De aprobarse el proyecto de ley que despenaliza el aborto terapéutico, podría ocurrir que guaguas condenadas por su diagnóstico no tengan la misma oportunidad que yo tuve. Interrumpir un embarazo con nulas probabilidades de éxito puede finalmente tener un resultado positivo.

Hago un llamado a las autoridades a tener una discusión consciente. Que se le tome el peso real a lo que está en juego, y en donde se tenga claridad de que estas decisiones pueden quitarle a alguien la posibilidad de desarrollarse en esta vida.

Vicente Manterola Covarrubias

Fuente: El Mercurio