#ALDIRECTOR: Aborta y deja de llorar, columna eldemocrata.cl

Agosto 25, 2015

A pro-life campaigner holds up a model of a 12-week-old embryo during a  protest outside the Marie Stopes clinic in BelfastSr. Director:

Resuena en mi cabeza esa frase que con cierta frecuencia se usa para incoar una defensa del aborto: “El Estado debe dar libertad de elección”. Este slogan no me deja de sorprender: para la convivencia pacífica siempre han sido necesarias leyes que prohíban.

Profundicemos un poco. Nadie critica al Estado por prohibir el homicidio contra personas nacidas; nos parece razonable que para matar a otro no nos den libertad de acción. Ahora, ¿cuál es la diferencia de ese delito y el aborto? Esencialmente no la veo: La distinción está en el contexto. El niño depende de la madre; y está —sin culpa ni consciencia— siendo ocasión de un problema que en ocasiones puede resultar trágico. En medio de este dolor, la mujer suele ser inculpable, pues las circunstancias eximen su responsabilidad. Es claro que existe un problema. Pensemos ahora en cómo conviene enfrentarlo.

Entre las alternativas de soluciones, el aborto es un salvavidas de plomo. Una madre, en un contexto desolador, lo menos que necesita es que la sociedad le diga “no te preocupes, aborta y deja de llorar”. Además de que el proyecto en debate es técnicamente muy malo (como denunciaron los médicos Becker, Illanes y Koch, en El Mercurio), ayudar a matar a un hijo es una perfecta manifestación de indiferencia e incomprensión. Legalizar el aborto es desligarse del problema y cargar sobre la madre todo el peso de las consecuencias morales y psicológicas que implica, de modo ineludible, una decisión de esta naturaleza. Ahora bien, ¿cuál es entonces la verdadera solución? Al menos comenzar el análisis desde el principio inverso: con solidaridad; ayudando y acompañando a esas familias con las medidas de apoyo convenientes.

¿Qué sociedad queremos? Prefiero una que se fundamente en la solidaridad y en el interés sincero por los demás. En esto tenemos mucho que aprender y avanzar. La democracia y los ciudadanos no podemos admitir la violencia como medio de resolución de problemas: eso va en contra del mismo fundamento social. El Estado puede y debe ayudar a esa madre a través de la creación y fomento de iniciativas que realmente le sirvan de apoyo.

 

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