Aprobar el aborto es como «restablecer la pena de muerte»

Entrevista al ex Ministro de Salud , Carlos Massad, titular durante el Gobierno de Frei Ruiz-Tagle, luego pasó a ser presidente del Banco Central.

Ex ministro Massad afirma que aprobar el aborto es como «restablecer la pena de muerte»

«La objeción de conciencia es absolutamente válida no solo para las personas, sino que también para las instituciones»

Histórico dirigente DC asegura que casos como la inviabilidad del feto y peligro para la vida de la madre están ya cubiertos por la legislación.

El ex ministro de Salud de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y ex presidente del Banco Central Carlos Massad (DC) se sumó ayer al debate en torno al proyecto que establece la despenalización del aborto en caso de peligro de la vida de la madre, inviabilidad del feto y violación.

El histórico dirigente DC no solo criticó la moción del Ejecutivo, sino que también se manifestó en la línea de Álvaro Erazo (PS) -quien ocupó la misma cartera en el primer gobierno de Michelle Bachelet- y del rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, quienes defendieron el argumento de que la Universidad Católica estaba en su derecho a negarse a realizar abortos en sus centros médicos.

«El derecho a negarse debe ser respetado para todas las personas e instituciones. La definición por la vida es una definición que trasciende convicciones puramente personales», señaló Massad.

El ex ministro de Salud de Frei Ruiz-Tagle cuestionó el proyecto anunciado por La Moneda, ya que, según su visión, este «plantea restablecer la pena de muerte, y no para los criminales, sino para los inocentes», y que «obligar a las instituciones a que hagan abortos me parece una cierta vuelta a los integrismos del siglo XX, los integrismos fascistas y marxistas que están completamente sobrepasados por la historia».

«Una aberración»

Massad -que se ha reunido con diversos dirigentes del grupo de «los Cardenales» de la DC para expresar sus opiniones ante el tema- manifestó reparos a las tres causales que se plantean para la despenalización, ya que, a su juicio, las dos primeras (peligro de la vida de la madre e inviabilidad del feto) «están cubiertas en la legislación actual. Creo que promover una ley no es solo para permitir, sino más bien para obligar, y no es necesario una legislación nueva sobre este tema».

«Eso ya está cubierto, lo hacen los médicos, y jamás se ha penalizado eso», aseveró.

En el caso del aborto por violación, no está de acuerdo.

Massad defendió, además, la objeción de conciencia, y agregó: «Cuando yo fui ministro de Salud, nadie me planteó el tema del aborto».

En relación a expulsar del partido a los militantes que defiendan el aborto o lo practicaran, manifestó que cree en la conciencia de las personas y que cada uno verá.

«Cuando se aplicaba la pena de muerte a los criminales, se hacía tras un largo y detallado juicio, donde se exhibían pruebas y se permitía la defensa. En el caso del aborto, se hace una predefinición del crimen y no hay juicios, es una aberración», manifestó el dirigente de la DC.

Fuente: El Mercurio.

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Aborto: La otra mirada

 

El proyecto de ley sobre despenalización del aborto enviado por el Gobierno al Congreso busca proteger a las madres frente al flagelo de un embarazo peligroso para su salud, inviable, o fruto de una violación. Para tal efecto, reconoce el derecho de la madre de quitar la vida al propio hijo con la ayuda de hospitales y clínicas. Comparto el diagnóstico, pero no la solución.

El interés público ha sido poco sensible con las mujeres que enfrentan dificultades en su embarazo. Nuestra legislación es escuálida en instrumentos de acogida y protección de madres embarazadas que enfrentan realidades de pobreza, discriminación laboral o social, dependencia familiar del violador, o simplemente soledad. ¿Cuál es realmente el compromiso de los actores sociales y del Estado con ellas?

Sin embargo, este problema no se soluciona con la eliminación de un ser humano, como si fuera el enemigo responsable del flagelo. Razones de dignidad y eficacia así lo indican.

Quisiera resaltar que nuestras principales gestas como Nación han sido fruto de un ideal de dignidad e igualdad muy arraigado en la población. La temprana abolición de la esclavitud, la solidaridad de los chilenos frente a las catástrofes naturales, la emoción con que recibimos el rescate de los mineros en Atacama o los resultados de la Teletón, son el vivo reflejo de una disposición cultural muy arraigada: que en Chile nadie está de más, ¡que todo chileno debe ser bienvenido y protegido en esta tierra!

Así también, nuestras heridas más dolorosas como sociedad han sido fruto de discriminaciones arbitrarias en contra del más débil: trabajadores sin protección social, mujeres sin derecho a voto, pobres sin educación o salud de calidad, opositores políticos desaparecidos.

No podemos sumar a esta lista a los que están por nacer. Son chilenos indefensos e inocentes que tienen igual derecho de nacer aquí. Nadie puede erigirse en juez sobre la vida o muerte de inocentes. Si permitimos y garantizamos la eliminación de seres humanos, estaremos justificando la lógica propia de sociedades enfermas que exterminaron o excluyeron a miembros que estimaron indeseables o aflictivos: judíos, afroamericanos, ancianos, esclavos, enfermos. Habremos negado nuestra vocación ancestral por la humanidad.

Tampoco queda claro que se trate de una política eficaz, pues la evidencia médica indica que los problemas de salud, sobre todo mental, derivados de un aborto pueden ser incluso mayores que los experimentados en un embarazo no deseado.

¿Qué hacer entonces? Parece mucho mejor enfrentar este problema social mediante un compromiso público en beneficio de la madre y de su hijo que, hasta ahora, nadie ha ofrecido. Cabe esperar del Estado y de la sociedad un esfuerzo real por un proyecto de ley que respete la igual dignidad de los dos seres humanos afectados en tales circunstancias, sin discriminaciones de ningún tipo. Es de destacar que existe un proyecto de ley en tramitación que va precisamente en esta dirección, presentado por nueve diputados de la Democracia Cristiana, Renovación Nacional e independientes.

¿Que acaso seríamos uno de los pocos países en no permitir el aborto? Sí, uno de los pocos que atribuye igual dignidad a la madre y a su hijo en gestación, uno de los pocos en que humanistas creyentes y no creyentes, de izquierda y derecha, coinciden en no ceder a la cultura de la muerte del más débil. Y tal vez el único en ofrecer una alternativa clínica y asistencial que vele de modo integral por los intereses de la madre y de la criatura que lleva en su vientre.

En días pasados, varias clínicas, hospitales y redes de salud han manifestado que, en conformidad con sus idearios y convicciones, no llevarán a cabo abortos. El rector de la Universidad Católica ha sido muy valiente en señalar su postura en este sentido. Nosotros suscribimos el ideal de que todo ser humano tiene igual derecho a nacer, y de que nadie puede disponer de la vida de un inocente. Los no nacidos que ingresen a nuestros pabellones pueden estar seguros de que haremos todo lo posible por cuidar, de modo integral, su salud y la de sus madres. Compartimos la convicción de que en Chile todos son valiosos en sí mismos. El aborto discrimina y nos degrada como sociedad.

José Antonio Guzmán

Rector Universidad de los Andes

Fuente: El Mercurio

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Ezzati: «Con todas nuestras fuerzas, hemos dicho que un proyecto de aborto es contrario a lo que Dios quiere»

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Arzobispo manifestó que la «sociedad humana está llamada a organizarse para que la vida sea defendida» y pidió a los parlamentarios católicos que voten de acuerdo a sus «convicciones cristianas».

El arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, hizo un llamado a «defender» la vida frente al proyecto que busca despenalizar la interrupción del embarazo en los casos de peligro de vida de la madre, inviabilidad del feto o violación. 

“Lo que nosotros les hemos pedido a los laicos es que sean los primeros responsables de la acción pública”, afirmó el arzobispo a ACI Prensa (Agencia Católica de Informaciones, con sede en Lima)

Ezzati recalcó que “con todas nuestras fuerzas, hemos dicho que un proyecto de aborto es siempre contrario a lo que Dios quiere porque Dios nos ha hecho para vivir y la sociedad humana está llamada a organizarse justamente para que la vida sea defendida y pueda crecer desde el comienzo y hasta el final”.

El arzobispo dijo que si bien los obispos no están llamados a convocar a manifestaciones, dijo que “yo sé que los laicos de Santiago y de Chile se están organizando para manifestar lo que es nuestra fe sobre la vida y nuestro propósito de defenderla. Y yo estoy muy contento que los laicos asuman sus responsabilidades”.

En cambio, dijo que los eclesiásticos están llamados a “defender la vida, a proclamar la dignidad de la vida y en el ámbito propiamente social y político, los laicos tienen una tarea indispensable”.

Junto con esto, Ezzati hizo un llamado a los católicos que participan de la actividad política, en especial hacia los parlamentarios.

 “Siempre he invitado también a quienes están en la tarea legislativa y que son cristianos y creyentes que su juicio y su votación, su voto, frente a estos temas obedezca siempre a una recta conciencia y también a sus convicciones cristianas”, concluyó.

El proyecto sobre despenalización del aborto ha enfrentado al gobierno con el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, quien ha enfatizado que en la red de salud del plantel no se interrumpirán embarazos. El proyecto también genera reparos por parte de la Alianza y sectores de la DC.

Hoy, en entrevista con La Tercera, la ex ministra de Salud Helia Molina, hizo un llamado al oficialismo a cuadrarse con el proyecto: «La Democracia Cristiana tiene que ser leal al programa de gobierno de la Presidenta».

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Aborto y diagnóstico

Hace unos días leímos el testimonio del Dr. Blanco refiriéndose de manera encomiable al término natural del embarazo de un feto anencefálico, que al poco tiempo de nacer, y breves minutos antes de morir, fue bautizado. Aludiendo a este caso, el profesor Squella respetuosamente se pregunta si es posible imponer las creencias del Dr. Blanco a otros no creyentes, penalizando el aborto cuando existe un caso «certero» de inviabilidad fetal.

Cabe preguntarse aquí algo que muchos olvidan en esta discusión: ¿Cuán «certero» puede ser un diagnóstico médico respecto a la inviabilidad de un feto?

Hace un tiempo se le dijo a una madre que su hija moriría al nacer. Su embarazo era claramente inviable. Seis de los mejores médicos de Chile así lo confirmaban. Luego, chequearon su diagnóstico con médicos del extranjero, y la conclusión fue la misma. Su hija moriría a minutos de nacer. Se trataba de un diagnóstico que según la ciencia médica era «certero».

Pues bien, la niña nació, vivió y vivirá. Se llama María, es mi hija y hoy cumple 1 año 4 meses.

Ahora, invirtiendo la pregunta del profesor Squella: ¿Es posible imponer las creencias de otros y transformar en algo legalmente aceptable el aborto de un ser humano como mi hija?


Rodrigo Díaz de Valdés B.

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