Hablemos con los hechos sobre el aborto en Chile

Había planeado escribir sobre la evolución de la relación médico-paciente, pero he decidido postergarlo porque no puedo evitar mencionar algunas cosas sobre la legislación que se pretende implementar favoreciendo el aborto.

A estas alturas de la discusión no es fácil tratar de aportar algo, porque muchas cosas se han dicho. En ese contexto es muy impactante como mucha gente repite cosas que ha oído, o inventa simplemente otras, mostrando un desconocimiento tremendo de la información objetiva y disponible.

No es menor tampoco la intolerancia reflejada más que por los grupos católicos, por aquellos que piensan diferente, intolerancia reflejada no solo en palabras sino en actos de ribetes públicos que aparecen cada cierto tiempo en las noticias.

En el pasado cuando he escrito sobre el tema del aborto, intentado educar al respecto, e intentando ser conciliador, rescatando aspectos en los que todos pensamos lo mismo y aquellos en los que debemos buscar consenso, he recibido algunos mails y comentarios positivos, pero prevalecen los comentarios agresivos de un modo que uno no puede imaginarse siquiera. Da pena y dolor eso, porque es difícil soñar un país mejor de ese modo. Las gentes además confunden el razonamiento científico y tecnológico, con la reflexión filosófica, que son completamente distintas.

En fin, hace años regrese de los Estados Unidos después de una estada de dos años, con el sentimiento de que eso es una obligación cuando uno ha tenido acceso a educación o formación que otros no, y seguro de que esa obligación exige ayudar a construir un Chile no solo desarrollado, sino mejor en todos los aspectos.

Se ha propuesto el aborto en casos de riesgo para la vida materna, en casos de malformaciones fetales incompatibles con la vida, y en casos de violación. Respecto de lo primero, nunca en este país se ha dejado de interrumpir un embarazo en que peligra la vida de la madre, aún a sabiendas de que tal interrupción supone la muerte del niño/a que esa madre espera. Puede revisarse para esto la Revista Chilena de Obstetricia y Ginecología que acumula muchos años de publicaciones. Este primer aspecto por lo tanto no resiste análisis médico alguno y no necesita cambio alguno en la legislación.

El tema de malformaciones letales ha sido largamente analizado. Hemos escrito en la prensa antes acerca de “Acompañares”, que representa la política de nuestra universidad (UC) al respecto, y hemos compartido con Uds. el agradecimiento y sentir de los padres que han cerrado su duelo de mejor forma que aquellos que han interrumpido precozmente su gestación. Sin embargo, es cierto que no se puede obligar a todos los padres a pensar del mismo modo. Como estos casos son aislados me parece que no se necesita tampoco legislación alguna, sino el tratamiento individualizado y acompañado en centros específicos de derivación, donde acudan las pacientes afectadas y tengan todo el apoyo requerido en la toma de decisión y en la decisión tomada.

La violación es un tema complejo sin duda y que posiblemente haría que cualquiera de nosotros viviendo la situación quisiera terminar con esa vida. Pero aún así, debe reconocerse que ese es un asesinato, y cada uno independiente de cualquier credo que profese deberá perdonarse a si mismo más tarde o más temprano, porque la ley natural escrita en el corazón de los hombres hace que aquellos que han vivido esa experiencia la lamenten de por vida.

Solo un par de datos más, dentro de los muchos que se podrían dar, y en relación a lo que se lee y escucha en estos días: anencefalia no es lo mismo que muerte cerebral; el aborto provocado hoy en Chile no constituye un problema de salud pública. Pueden discutirse las causas de esto, pero no es cierto que sea un problema de salud pública. La mortalidad por aborto en Chile es menor que la de Estados Unidos, el país con legislación favorable que tiene la menor mortalidad por esa causa; y, finalmente algo que no requiere mucha elaboración intelectual: que todos los países o todos los individuos hagan algo no define necesariamente la normalidad ni exime de la necesidad de la reflexión sobre nuestros actos y sobre la sociedad que queremos construir.

Enrique Oyarzún,
Pastpresident de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología.